miércoles, 15 de abril de 2020

La intervención del Estado en la economía se hace inevitable.

 La historia muestra que en las crisis, los gobiernos se ven forzados a asumir un papel importante en la economía. Habría sido impensable que no hubiesen dado un paso al frente para tratar de limitar el perjuicio económico, apoyando los ingresos y los empleos tanto como sea posible. 


El esfuerzo económico de los países se refleja en los planes de ayuda para sostener la actividad. Economistas y académicos de distintas ideologías han destacado la importancia de la intervención del estado a través de las políticas económicas en la crisis. 

Así lo describe la noticia de EL PAÍS, La crisis deja a los Estados como último dique de convención, de la cual extraigo el siguiente texto que resume los esfuerzos de los países para evitar la crisis económica.




LAS AYUDAS PÚBLICAS SUMAN YA UN 10% DEL PIB MUNDIAL

El sector público se ha visto obligado a asumir un papel central. Frente a los rescates de la banca tras la crisis financiera de 2009 —aún no se ha llegado ahí, pero ojo con el sector aéreo—, ahora el objetivo es congelar al máximo la economía para contener el golpe del virus y evitar el derrumbe. Para ello los países han lanzado programas de ayudas directas y créditos a trabajadores y empresas. En ese sálvese quien pueda tan propio de todas las grandes crisis, solo los Gobiernos tienen el músculo —aunque menguante— y los incentivos para salir al rescate y contener la catástrofe. 

A finales de marzo los paquetes de ayuda por parte de los Estados ya superaban el 2% del PIB global: entonces la única comparación era con los programas de reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial. Pero la cifra no ha dejado de crecer en abril. La semana pasada el FMI la elevaba hasta los ocho billones de dólares, casi un 10% del PIB mundial. Los países siguen lanzando planes de ayuda: la UE doblará su presupuesto e Italia y Japón, dos países con los peores pronósticos, han lanzado un nuevo manguerazo para apoyar la economía real: 400.000 millones en el caso italiano, el mayor de su historia, y casi un billón en el del gigante asiático.


El Banco de Inglaterra anunció que imprimirá —temporalmente— tanto dinero como sea necesario para financiar al Gobierno. El anuncio es un balón de oxígeno para Downing Street y un portazo en la cara de la ortodoxia. Medidas extraordinarias en momentos extraordinarios. “La magnitud de la crisis hace que hasta los economistas ortodoxos aboguen por una intervención pública sin precedentes para salvar a la economía de una depresión”, apunta Ángel Talavera, de Oxford Economics.

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